miércoles, 24 de octubre de 2012

Pandemia

 
 
Una pandemia recorre el mundo. Me refiero a esa permanente huida de la realidad, de millones de personas que practican una especie de autismo social, mientras mueven  sus dedos compulsivamente sobre cachivaches de última generación. Hace pocos días me pasaron un correo electrónico sobre este tema: paradójicamente, un mensaje tecnológico denunciando los excesos de la tecnología. Chavales (el virus de la inmadurez -no exclusivo de los jóvenes- es inseparable de esta enfermedad) que están  en un espectáculo sin verlo, que viajan al lado de unos amigos pero no con ellos, que llegan al esperpento de utilizar el cacharro para comunicarse con alguien que está a tres metros de distancia...
Soy uno de tantos que considera la llegada de Internet como una bendición, un mágico invento que pone a mi disposición un inmenso abanico de posibilidades. Y si no pone muchas más, se debe a mis limitaciones -sí, yo soy aquel que en el colegio intentó reducir un humilde y solitario quebrado a común denominador-. De lo que se trata es de denunciar  el hecho de que millones de seres humanos vivan en un mundo virtual, rehenes de la tecnología, en lugar de ser sus dueños, y ella un instrumento a su servicio. El alud de avances técnicos y científicos que nos seduce y, en ocasiones, aturde, debe servir para  aprehender, disfrutar y mejorar  de forma más intensa la realidad, y no para difuminarla. De lo contrario, seremos esclavos de un fenómeno antiguo conocido como "alienación", en el que extraviamos nuestra esencia de ser humano para mimetizarnos en el robot cibernético.
Dejemos esas mutaciones para Leticia Sabater.
P.D. Recomendación musical: "Wish you were here", de Pink Floyd. ("Ojalá que estuvieras aquí", muy pertinente). 
 

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