viernes, 16 de octubre de 2015

Antes del fin, Ernesto Sabato



Fue en un café de Retiro donde te acercaste a pedir unas monedas y yo te pregunté si querías sentarte. Eras uno de esos tantos que mendigan su inocencia como ángeles excluidos de algún cielo perverso y extraño.Desde luego, no me conocias, y me reconfortó compartir el encuentro. Porque vos, con tu corta edad, llevabas la mirada envejecida por esas atrocidades que, en breve tiempo, realizan en el cuerpo y en el alma la devastación que traen los años.
Cuando en alguna oportunidad me vuelvo al mismo café, te he buscado con el deseo de saludarte. Ya no estabas, pero te descubro en otros chicos cuando, al regresar de noche a casa, los veo hurgar entre las bolsas de basura, hundiendo en la inmundicia sus pequeñas manos, destinadas a los columpios y a las calesitas. Y no sé por qué, entonces pienso en Rimbaud, que en las calles de París se alimentaba con los mendrugos que sacaba de la basura y que dormia en la noche acurrucado en los portales.
Y, encerrado en este viejo estudio, sentado al borde de la cama, vuelvo a ver el dibujito de la casa que me regalaste y que yo supuse que era la casa de tus sueños, con flores, pequeñas ventanas y cortinas...toda esa magia encantadora de los niños que ni la miseria parece borrrar.
He estado escribiendo estas líneas que probablemente nunca leerás. Querría resguardarte de alguna manera. ! Qué horror, el mundo!

miércoles, 24 de junio de 2015

¿Hay alguien ahí?

¿Existe Dios? ¿Y  el más allá?  No sólo eso...¿es un personaje real el logopeda de Rajoy?.
Luis Buñuel, en su amena autobiografía "El último suspiro", afirma que es "ateo gracias a Dios". Tampoco Woody Allen cree en el más allá pero, por si acaso, "siempre anda con una muda limpia" (no se refiere a su pareja). Para el filósofo Nietzsche, es el hombre quien, pretendiendo huir del desamparo -pero, evidentemente, éste es más rápido- ha hecho a Dios a su imagen y semejanza.
Al respecto, es muy conocida la teoría de la tetera, del filósofo y matemático Bertrand Russell, una de las mentes más lúcidas del siglo XX (aún no había nacido Paquirrín). Decía Russell que si él sugiriera que hay una tetera en el Universo, girando alrededor del Sol, nadie podría decirle que no era cierto, siempre que él afirmase que era demasiado pequeña para ser vista. Y que si tal aseveración se publicitase cada domingo, y se inculcase en las mentes de los niños desde las escuelas,  aquel que dudase de ella sería considerado un excéntrico, objeto de psiquiatra o, peor aún, del Tribunal de la Inquisición.
Por mi parte, escéptico/pesimista por naturaleza (y por la nefasta influencia de los espejos, todo sea dicho), confieso que ya me cuesta creer la existencia real de Charlize Theron, como para meterme en otros berenjenales metafísicos. Simplemente, comparto la sensación del poeta César Vallejo: "Nací un día en el que Dios estaba seriamente enfermo".

lunes, 22 de junio de 2015

La nueva religión

Estaba yo merendando un café con suspiros -y con galletas- cuando lo oí: el FMI, Fondo Monetario Internacional  (o tal vez Fábrica Masiva de Indigentes), reclama a España contención salarial, subida del IVA y mayor flexibilidad laboral (de eufemismos, andamos sobrados). ¡Más madera! En la película "Los hermanos Marx en el Oeste", se utiliza la madera de los vagones del tren para alimentar la locomotora. La escena siempre me pareció una mordaz crítica al capitalismo, tal vez involuntaria; o tal vez no: este otro Marx (Groucho)  también era muy listo.
El siglo XXI ha amanecido aportando otra religión más a las ya tradicionales: el Economicismo. A las catedrales, mezquitas, sinagogas...se añade ahora el templo religioso de la posmodernidad: Wall Street (y sucursales). Esta nueva religión, el fundamentalismo económico, promete, como todas, la redención a base de sacrificio; la flagelación, el martirio, como medios de alcanzar un incierto paraíso (el tangible, el fiscal, se lo reservan los popes de este nuevo evangelio). Y su reino, de igual forma, no es de este mundo: las ventajas no se ven por lado alguno.
Tenemos, así, que la antigua Economía, aquella ciencia abstrusa con peligrosa inclinación a considerar a las personas como decimales humanos, se ha transmutado en pura Teología, exigiendo del sufrido feligrés, como siempre, la fe ciega (toma pleonasmo) que en España, naturalmente, desarrollamos en forma de fe "Mariana". Y no olvidemos, con Borges, que la teología es "la perfección de la literatura fantástica".
El discurso/propaganda de la nueva religión global encuentra el campo abonado en todos aquellos sitios en los que las religiones tradicionales han sembrado: halla ahí un humus de culpa, en el que se cotiza el dolor y se estigmatiza el placer, el goce de la vida. El hedonismo, en fin, como temible catecismo pecador que nos arrastra a los infiernos.  La expresión "Por mi grandísima culpa", todo un apogeo masoquista de la culpabilidad, es utilizado por la escuela neoliberal, prolongándolo en  el mantra "vivir por encima de mis posibilidades". Ya en el siglo XVI Étienne de la Boétie habló de ello en su obra "Discurso sobre la servidumbre voluntaria".
Para no salirse del mensaje esperado, se nos dice igualmente que no hay salvación fuera de su doctrina. Pero algunos escépticos, irremediables partidarios de la vida, del ser humano, pensamos todo lo contrario. Algunos radicales incurables somos más partidarios de la mitología griega.
 

miércoles, 3 de junio de 2015

Pérez Reverte, Arturo

Los lectores de poca lectura, aquellos que permanecen estáticos -que no extáticos- en las ciénagas de las listas de libros más vendidos, lo llaman Reverte. No conocen a Javier Reverte, ni mucho menos a Jorge M. Reverte, escritores que, aún siendo menos populares, le dan mil vueltas a Arturo. Basta con leer cualquiera de los libros "viajeros" del primero (pongamos "Corazón de Ulises"), o alguno de los de Jorge sobre la reciente, y tristísima historia de nuestro país (un ejemplo, "La furia y el silencio"), para llegar a la conclusión de que las novelas de Arturo Pérez Reverte son de segunda fila.
Arturo Pérez Reverte avanza por la intrincada selva literaria a golpe de testosterona. Uno ve en él a la cabra de la Legión avanzando, impertérrita (pero, eso sí, marcando el paso ante las autoridades), jaleada por el populacho. Muchas de sus novelas, de capa y espada decimonónica, no son otra cosa que un Alejandro Dumas a quien Arturo le ha hecho un lifting. En ellas vemos mucho soldado español, casquivano pero valiente,  con una honestidad basada en principios inmutables (vamos, los de toda la vida) enfrentado a pérfidos foráneos, cobardes y lameculos. Al cocido literario le echa un poco de corruptelas de los que mandan; como Cid Campeador, Arturo proclama "qué buen vasallo si hubiese buen señor".
En su faceta opinante como columnista/tertuliano, Pérez Reverte es un moralista justiciero escandalizado por la incultura y corrupción del país en el que vive. Ahí introduce mucho exabrupto, calculado para fabricar esa imagen rompedora, ese personaje prefabricado que dice las verdades al lucero del alba (sobre todo si da réditos la nocturnidad). El taco, que oportunamente puede perseguir  una frase, perfilándola, dándole brillo, se transmuta aquí de complemento en protagonista: primero se suelta el "gilipollas "(un suponer) de turno, y luego ya se verá con qué palabras lo arropamos.
En definitiva, Arturo Pérez Reverte me resulta, como escritor, un autor de novelas prescindibles, y como personaje todo un engaño (un "montaje" diríamos en estos tiempos) muy oportuno para la simple visceralidad de aquellos que "lo tienen todo muy claro". ¡Qué lejos estoy yo, pescador de sueños en un mar de dudas!.

viernes, 29 de mayo de 2015

Erostratismo

Eróstrato fue un pastor de la antigüedad que para conseguir fama, para que se hablara de él, incendió el templo de la diosa Artemisa (o Diana); estamos hablando del año trescientos y pico antes de Cristo. Las autoridades de aquel tiempo prohibieron, bajo pena de muerte, que se le citara públicamente. Han pasado un montón de siglos: ha habido guerras de religión, guerras económicas (todas), inventos, supersticiones y hallazgos científicos, revoluciones y contrarreformas...incluso ha dado tiempo a que Leticia Sabater recupere la virginidad. Pero, dicho con la contundencia de Arturo Pérez Reverte -un autor a quien siempre relaciono con la cabra de la Legión-, la gente sigue perdiendo el culo por cinco minutos de fama. Y no me refiero a la fama como negocio comercial, como proyecto de vida (Paquirrines, Belenesestebanes y demás fauna), sino que hablo de aquella persona de la calle que se transmuta en friki delirante, ante el bochorno de sus allegados, con tal de que la tele de turno rellene unos minutos vacíos, destinados al contenedor donde habitan los vídeos vergonzosos.
No sé si la ley ofrece amparo a los familiares más cercanos de estos sujetos: ciertas compensaciones económicas, el derecho a renunciar a la relación de parentesco, la protección ante el saludo callejero del susodicho...De no ser así, algo habría que hacer...
El tema del erostratismo debería de ser tenido muy en cuenta desde los medios de comunicación; pienso ahora en el reciente asunto del piloto que decidió suicidarse haciéndose acompañar del resto de la tripulación del avión. Un suicidio bien alejado del anonimato que otros desesperados escogen para poner fin a su vida: tal vez la idea de viajar al más allá en grupo, y con ello hacerse famoso (aunque sea una especie de fama póstuma), resulte tentadora en la intrincada mente de algunos sujetos. El derecho a (y la obligación de)  informar, debería separarse escrupulosamente del amarillismo con el que suelen  tratarse estos casos, en los que, en la búsqueda de la audiencia a cualquier precio, se manipula la primaria visceralidad de la manera más zafia.

lunes, 6 de abril de 2015

Vespasiano y las bragas de Belén Esteban

Hace unos días se realizó una encuesta, preguntando a la gente su opinión sobre la PPR introducida por el Gobierno (prisión permanente renovable, no confundir con Partido Popular Radical), un eufemismo -otro más- para no llamar a las cosas por su nombre: en este caso, cadena perpetua. El resultado fue de más de un setenta por ciento favorable a su aplicación. No hay como tocar las vísceras del personal para que su visión se transforme de justa en justiciera: ¿Y aquellos que firman, en un despacho, la sentencia de muerte para cientos de miles de inocentes, porque en su país hay petróleo? Estadistas con PPR (pensión perpetua renovable): conferencias, firma de libros, asesoría de multinacionales.
 Pero lo curioso fue que cuando, al echar números y saber a cuánto ascendía el gasto de mantener tantos años en la cárcel a los delincuentes, la opinión cambió de forma radical: poco más del treinta por ciento estaba de acuerdo con un castigo tan "desmesurado". La economía, el vital metal, de bastardo inquilino en el edificio de la justicia.

Hoy mismo, leo en el periódico la polémica levantada en algunos estados de EE.UU. acerca de leyes que marginan al mundo homosexual (sí, en EE.UU., en el año 2015). Gente que por una suerte -que en el fondo es desgracia- de objeción de conciencia, se niegan a vender productos a gays y lesbianas, o incluso a admitirlos en sus establecimientos, aduciendo motivos éticos o religiosos. Que conste que los religiosos los entiendo. Al fin y al cabo, las religiones son lo que son (esta frase es digna de Mariano Rajoy). Lo mejor del asunto es que las quejas ante este atropello a la dignidad  del colectivo homosexual han surgido desde las agrupaciones de grandes empresarios, unos gremios, en  principio, poco afines a sus reivindicaciones. ¿Cuál es el motivo de esta inesperada solidaridad?: una vez más, la pasta, el dinero. No son pocos los homosexuales con profesiones liberales, de alta capacidad adquisitiva, que resultan una clientela muy apetecible para cualquier empresario.

Abundan las personas para quienes la discreción, la defensa de la intimidad, de la vida privada, es esencial. Nada que objetar. Lo curioso es que muchas de ellas sigan programas de televisión vomitivos, verdaderas orgías del exhibicionismo más obsceno -pongamos que hablo de"Sálvame deLuis"-, con la regularidad con la que Cristiano Ronaldo se mira en el espejo. Para saber de qué va el asunto, vi uno de esos engendros, hace un par de meses. En él, Belén Esteban, al grito de que a ella nadie la llamaba "cerda", agitó unas bragas delante de la cámara, diciendo que ella las tenía más limpias que nadie. Cuando lo comento con sus admiradores, tan celosos ellos de la privacidad, su argumento es elemental: la susodicha gana en un mes lo que un mileurista (hoy en día, un potentado) en veinte años.  De nuevo, el dinero como patente de corso para justificar comportamientos.

El emperador Vespasiano, en la antigua Roma -yo no estaba-, decidió imponer una tasa a la orina que se vertía en las letrinas. Cuando su hijo Tito le recriminó este impuesto, y el origen nauseabundo del dinero recaudado, su padre le dio a oler una moneda de oro, y le preguntó si le molestaba su olor. Al responderle Tito que no, Vespasiano le recordó de dónde procedía. A esa anécdota se atribuye la frase latina "Pecunia non olet": "El dinero no huele". 
Lo que no estoy seguro es de que a Vespasiano no le oliesen las bragas de Belén Esteban.

lunes, 30 de marzo de 2015

El Gobierno y la estrategia Mourinho

No hace falta ser un aficionado futbolero, un exacerbado ultrasur que tiene a su equipo en un pedestal, inmediatamente por delante de su madre, para conocer la existencia de un personaje conocido como José Mourinho. Este peculiar entrenador, con una destacada trayectoria en clubs de gran reputación, no deja indiferente a nadie. Es famosa su capacidad para intoxicar el ambiente, fomentando inquinas y rencores, creando un aire irrespirable que propicia la animadversión: una versión más de ese lamentable pensamiento que justifica cualquier medio, con tal de conseguir el fin deseado. Su estrategia, calculada al milímetro, consiste en enturbiar las aguas, en ensuciar la superficie para impedir que la mirada ajena contemple el fondo: en hablar de cualquier cosa, menos de fútbol, evitando así el cuestionamiento de sus decisiones tácticas.
Pues bien, fue avistar en el horizonte las elecciones generales, y el dedo de Mariano, ese que acaricia con devoción el Marca, ha puesto de portavoz en el Congreso a Rafael Hernando. Hernando es un hooligan reconocido, autor de "perlas" tan obscenas como decir que la antigua República española es la responsable de los muertos de la guerra civil, que las familias de los vencidos que pretenden para ellos un decente entierro sólo buscan las subvenciones, que a los inmigrantes hay que devolverlos al otro lado "en caliente"...Además de un intento de agredir (físicamente) a Rubalcaba.
Con esta decisión, de un maquiavelismo inesperado para su inteligencia -escasa, seamos justos-, Mariano se muestra como un aprovechado lector de la prensa  deportiva, incorporando la "estrategia Mourinho" al debate político, para hacerlo desaparecer, para tratar de impedir que se hable de lo que importa, al igual que el entrenador portugués pretendía silenciar la discusión deportiva: la bronca, frente a la controversia.
Hay que reconocer el acierto de Mariano. Y es que, como dice Woody Allen, incluso un reloj parado acierta dos veces al día...

martes, 3 de marzo de 2015

Sin dios que nos lo explique....

Conocí la existencia de la excelente obra "Memorias de Adriano", de Marguerite Yourcenar, por una entrevista que le hicieron al entonces presidente del Gobierno, Felipe González, en un programa literario de la televisión francesa, de gran audiencia (los franceses son muy raros). Felipe González dijo que era su libro de cabecera (los del Gobierno de ahora, supongo que tendrán a "Camino", de Escrivá de Balaguer; además del Marca, claro). Yourcenar -un anagrama de su verdadero apellido, Crayencour- fue la primera mujer que entró en la Academia de la Lengua francesa. Descontando a las que iban a pasar la fregona, naturalmente.
En ese libro, podemos leer esta frase: "Hay un momento en el que los antiguos dioses han muerto y los nuevos todavía no han llegado". Algo así podríamos decir de estos tiempos inciertos, convulsos y, también, fascinantes, en los que nos encontramos.
"Memorias de Adriano", escrito en lo que podríamos llamar "prosa poética", contiene multitud de aforismos. Finalizo con uno que, particularmente, me ha gustado mucho: "A la larga, la máscara se convierte en rostro" (¿admirable, no?.