jueves, 28 de febrero de 2013

Lecturas y Rodríguez


El escritor Jesús Ferrero decía hace tiempo en una entrevista, que lectores, lo que se dice lectores, en España había unos diez mil. El resto, hasta completar unos cuantos millones, ya era otra cosa. Es un comentario que puede parecer elitista, incluso pedante; sin embargo, no puedo estar más de acuerdo. Paso por una librería, y miro la lista de libros más vendidos. En el apartado de ficción, la trilogía porno-ligth de "Cincuenta sombras de Grey", junto a  ese escritor llamado Jorge Javier Vázquez, acaparando los cinco primeros puestos. Entre los libros de no ficción, Ratzinger y su "Infancia de Jesús", al lado de las Memorias de Aznar (por cierto...¿qué hace este libro clasificado como "no ficción"?, y una biografía de Sergio Ramos,  jugador del Real Madrid.
Soy de los que creen que, en la infancia,  cualquier cosa que se lea sirve (incluso las memorias del logopeda de Rajoy) para coger la postura, para generar un hábito. Y que hay autores que son visitables en cualquier momento de la vida (Stevenson, London..y tantos otros). Pero si de adulto tu umbral de lectura es el mismo que el que tenías con doce años, algo falla en tu comprensión lectora. Y es que sucede que hay quien no se mueve de Ruiz Zafón.
No pretendo que la masa lea a Borges, pero, por si algún despistado pasa por este blog, aquí recomiendo alguno de los libros que últimamente me han gustado, en general encontrados en librerías de viejo (no es que prohiban la entrada a menores de cincuenta años):
"Las voces del Pamano", del catalán Jaume Cabré. Una novela excelente sobre la posguerra española, que vale por un montón de libros de historia; víctimas y verdugos, Iglesia, maestro, falangistas y potentados, en una obra muy bien escrita.
"Suite francesa", de Irene Némirovsky. La huida en masa de los franceses, particularmente su burguesía, ante la invasión nazi. Una escritora de gran fuerza narrativa, asesinada en Auswitchz, de quien se está rescatando ahora en España toda su obra.
"Tierra desacostumbrada", de Jhumpa Lahiri. Un conjunto de relatos de esta escritora americana de origen bengalí que, con la característica sutileza oriental, describe el desarraigo y la incomunicación generacional.
"1.280 almas", de Jhim Thompson. Antiguo guionista de cine ("Senderos de gloria", de S. Kubrick), una mezcla de Erskine Caldwell y el Eduardo Mendoza de "El misterio de la cripta embrujada", Thompson logra aquí un libro muy divertido y bien escrito.
"De vidas ajenas", de Emmanuel Carrère. Un libro durísimo que rebosa vida; tsunami asiático, cáncer...y, pese a todo, ganas de devorar la vida. Si estás en horas bajas, no lo leas.
Bueno, y como me siento generoso, aquí va una recomendación musical: un cantautor a quien está redescubriendo un documental actual. Se trata del americano de origen mexicano Sixto Rodríguez, un ídolo en Sudáfrica, que en EE.UU. no vendió un disco ni a su madre ( y no era huérfano). Por ello, de músico derivó a trabajador de la construcción. Quizá un híbrido  de Bob Dylan y Don Mc Lean, el de "American Pie".
Lo cual no es decir poco en su favor.
Sixto Rodríguez, "Crucify your mind", quizá un título muy apropiado para estos tiempos.
 
 

martes, 19 de febrero de 2013

Promesas y deberes

"...Bueno, en eso consiste mi deber -contesté-. En no hacer nada, quiero decir. Por eso me votan los electores." ("1.280 almas", Jim Thompson).
El libro de referencia, cuyo autor semeja un híbrido de Erskine Caldwell y Eduardo Mendoza, pone en boca de su protagonista esa frase, que curiosamente define de un plumazo la personalidad, la valía y la catadura moral de Mariano Rajoy, el chico de los recados de Ángela Merkel. Vale, admitamos también que no quedan muy bien parados aquellos que, llevados por el forofismo o por una cogorza alcohólica monumental, votan a cierta gentuza.
"No he cumplido mis promesas, pero he cumplido mi deber", ha dicho el ínclito, cuyas intervenciones han devenido inesperadamente en un remedo caricaturesco de Groucho Marx. Uno, con el ingenuo empleo de la lógica en estos tiempos caóticos, pensaba que el deber de un presidente de gobierno digno de tal nombre, era cumplir sus promesas, es decir aplicar el programa con el que se había presentado a las elecciones, un contrato ante sus votantes.
Habíamos olvidado que, para estos impresentables, la palabra dada tiene el valor de un poema en la cabeza de un chimpancé.