lunes, 30 de marzo de 2015

El Gobierno y la estrategia Mourinho

No hace falta ser un aficionado futbolero, un exacerbado ultrasur que tiene a su equipo en un pedestal, inmediatamente por delante de su madre, para conocer la existencia de un personaje conocido como José Mourinho. Este peculiar entrenador, con una destacada trayectoria en clubs de gran reputación, no deja indiferente a nadie. Es famosa su capacidad para intoxicar el ambiente, fomentando inquinas y rencores, creando un aire irrespirable que propicia la animadversión: una versión más de ese lamentable pensamiento que justifica cualquier medio, con tal de conseguir el fin deseado. Su estrategia, calculada al milímetro, consiste en enturbiar las aguas, en ensuciar la superficie para impedir que la mirada ajena contemple el fondo: en hablar de cualquier cosa, menos de fútbol, evitando así el cuestionamiento de sus decisiones tácticas.
Pues bien, fue avistar en el horizonte las elecciones generales, y el dedo de Mariano, ese que acaricia con devoción el Marca, ha puesto de portavoz en el Congreso a Rafael Hernando. Hernando es un hooligan reconocido, autor de "perlas" tan obscenas como decir que la antigua República española es la responsable de los muertos de la guerra civil, que las familias de los vencidos que pretenden para ellos un decente entierro sólo buscan las subvenciones, que a los inmigrantes hay que devolverlos al otro lado "en caliente"...Además de un intento de agredir (físicamente) a Rubalcaba.
Con esta decisión, de un maquiavelismo inesperado para su inteligencia -escasa, seamos justos-, Mariano se muestra como un aprovechado lector de la prensa  deportiva, incorporando la "estrategia Mourinho" al debate político, para hacerlo desaparecer, para tratar de impedir que se hable de lo que importa, al igual que el entrenador portugués pretendía silenciar la discusión deportiva: la bronca, frente a la controversia.
Hay que reconocer el acierto de Mariano. Y es que, como dice Woody Allen, incluso un reloj parado acierta dos veces al día...

martes, 3 de marzo de 2015

Sin dios que nos lo explique....

Conocí la existencia de la excelente obra "Memorias de Adriano", de Marguerite Yourcenar, por una entrevista que le hicieron al entonces presidente del Gobierno, Felipe González, en un programa literario de la televisión francesa, de gran audiencia (los franceses son muy raros). Felipe González dijo que era su libro de cabecera (los del Gobierno de ahora, supongo que tendrán a "Camino", de Escrivá de Balaguer; además del Marca, claro). Yourcenar -un anagrama de su verdadero apellido, Crayencour- fue la primera mujer que entró en la Academia de la Lengua francesa. Descontando a las que iban a pasar la fregona, naturalmente.
En ese libro, podemos leer esta frase: "Hay un momento en el que los antiguos dioses han muerto y los nuevos todavía no han llegado". Algo así podríamos decir de estos tiempos inciertos, convulsos y, también, fascinantes, en los que nos encontramos.
"Memorias de Adriano", escrito en lo que podríamos llamar "prosa poética", contiene multitud de aforismos. Finalizo con uno que, particularmente, me ha gustado mucho: "A la larga, la máscara se convierte en rostro" (¿admirable, no?.