martes, 30 de junio de 2009

Lo de Michael


Voy a dar una noticia en exclusiva: ha muerto Michael Jackson. A mí, de todo el rollo que se ha montado alrededor de esto, lo que más me ha interesado ha sido, sin duda, el leer que un doble suyo ha intentado suicidarse en Rusia.
Decía el escritor y excelente articulista Francisco Umbral que había gente que vivía "de forma vicaria" : es decir, sin vida genuina, delegando en otros - normalmente sus ídolos- su paso por este mundo, despojándose de identidad propia y entregándola a su dios particular. Como esto que escribo no lo va a leer ni dios, y no corro el riesgo de sufrir las iras de algún admirador de Michael, aprovecho para decir lo que pienso del caso concreto.
Siempre ha habido maestros, gurús espirituales prestos a dirigir los caminos extraviados de gente de mal vivir, espíritus más allá del bien y del mal capaces de practicar yoga en las arenas de una playa, inmutables mientras al lado Elsa Pataki tomaba el sol en top-less. Vale.
Pero Michael (no sé si practicaba yoga mientras se metía en su burbuja), era otra cosa: una negación, una copia en negativo de sí mismo, el no-M. Jackson. Michael era el negro blanco, el adulto niño, el millonario pobre. Y el ruso, su copia. La copia de un fraude. Analízalo.

lunes, 29 de junio de 2009

Flores en el lodazal



Elizabeth Eidenbenz, nacida en Zurich (Suiza), maestra y enfermera, decidió no cruzarse de brazos y, durante la segunda guerra mundial, convirtió un palacete de Elna - sudeste de Francia- en casa de maternidad. Allí, con una voluntad de hierro e inmensa ternura, salvó la vida de unos seiscientos niños, cuyas madres embarazadas huían de la España de la guerra civil y del nazismo. Esta historia se puede leer en la novela "Los niños de Elisabeth" de Helene Legrais. Independientemente de su calidad literaria, es un relato imprescindible en cualquier época.
La foto que incorporo es auténtica, y ninguna palabra estaría a su altura, por lo que me callo ya.

martes, 9 de junio de 2009

"Desde el jardín"



El escritor estadounidense de origen polaco Jerzy Kosinski escribió esta sátira mordaz sobre el mundo de la política: un humilde jardinero trabaja en una mansión, totalmente desconectado del mundo exterior. Cuando tiene que dejar su trabajo, consigue llegar a las más altas esferas sociales, simplemente hablando de lo único que sabe, su actividad de jardinero, en un discurso que empresarios, medios de comunicación y políticos consideran metafórico. De este modo, sin pretenderlo, mediante obviedades y simplezas, logra el aplauso generalizado, hablando de cultivos, regadíos, siembras,etc. (más o menos, como muchos políticos actuales).
Esta novela fue llevada al cine, y protagonizada por Peter Sellers. Parece oportuno recordarla en estos tiempos de incertidumbre, idóneos para la aparición de tantos oportunistas iluminados.

Una historia verdadera



Alvin Straight tiene 73 años, es viudo, vive en Iowa con su hija discapacitada, padece un enfisema, tiene problemas de visión y de cadera y acaba de sufrir un brusco desfallecimiento. El médico le recrimina su mala alimentación y lo poco que cuida su salud. Cuando aún está convaleciente y necesita dos muletas para cualquier desplazamiento, recibe una llamada que alerta del grave estado de salud de su hermano mayor, con quien no se habla desde hace diez años. Al conocer la noticia, Alvin decide emprender un viaje en solitario hasta Wisconsin, donde vive su hermano, con el único medio de transporte que tiene a su alcance: una segadora.
Más de 500 kms y unas seis semanas de viaje.
Esta historia real le ha servido al director David Lynch para rodar una película preciosa, una road-movie de una sencillez deslumbrante, apoyada en un trabajo extraordinario del veteranísimo actor Richard Farnsworth. Un gran trabajo de fotografía y una música exquisita de Ángelo Badalamenti apoyan este recorrido físico- y viaje interior- de un ser humano frágil y sabio, resultando de todo ello una pequeña obra maestra.

lunes, 1 de junio de 2009

Ángeles y demonios



Se detuvo delante de una librería. Un título le llamó la atención: "Mañana no será lo que Dios quiera". En la cubierta del libro, un niño sonriente desplegaba una mirada ilusionada. De pronto, alguien le saludó; llevaba un pequeño sobre sus hombros. Pese a los muchos años transcurridos, reconoció a su antiguo compañero de colegio, Luis González.
"¿Quién es, papá?"- "Un amigo". Al instante, una manita acarició su rostro con suavidad infinita, como un cheque con fondos de ternura que pagaba tantos exámenes copiados hacía tanto tiempo.
Miró al niño y le preguntó: "¿Cómo te llamas?"- "Ángel".