lunes, 23 de abril de 2012

Normalidad


Parece ser que, hace unos días, en la segunda cadena de TVE, el obispo de Alcalá de Henares dio una entretenida misa, en la que hizo ciertos comentarios homófobos y machistas: según "sueminencia", los homosexuales tienden a la concupiscencia desaforada, frecuentan antros libidinosos de perdición y, por supuesto, tienen el infierno asegurado; por otra parte, las mujeres soportan con resignación los abusos sexuales de sus jefes, convirtiéndose en pecadoras recalcitrantes.
Aún no nos habíamos recuperado de los comentarios de monseñor cuando va el Rey, que había salido de caza, sigiloso, por la puerta de atrás, y sufre ese accidente laboral que mantiene preocupados a todos los españoles de orden, aquellos a quienes les duele España (y la cadera).
Mientras tanto, Mariano continúa minucioso su esforzada labor de meter la mano en el bolsillo de los desharrapados, al tiempo que hace la ola a los opulentos.
Todas estas cosas generan descontento e incluso cierto grado de crispación en algunas personas. Por el contrario,  otros sentimos la tranquilidad que otorga el comprobar que todo está en su sitio, que las cosas funcionan como es de esperar, que de España no se ha ausentado la coherencia. Así, vemos que desde una secta se emiten opiniones sectarias (totalmente ortodoxas respecto a su ideología oficial), que los Borbones borbonean, que la política de un gobierno reaccionario consiste en desmantelar el Estado del Bienestar. Una vez más, lo de la naturaleza del escorpión.
Otra cosa sería plantearse qué pinta una misa en la televisión pública, una monarquía en el siglo XXI, un gobierno al servicio de intereses espurios.

miércoles, 18 de abril de 2012

La escopeta nacional


La plebe convierte en supermercados a los contenedores de basura, a los parados se les sugiere vender su sangre como salida laboral, los abuelos tienen prohibido enfermar por prescripción económica; mientras tanto, el Rey se va a cazar elefantes. Como aquel ministro (Cascos, mismamente) que, tras alejar el buque Prestige, se fue de cacería, Juan Carlos se distancia de un país que se hunde mientras que, escopeta en mano, se empapa de chapapote moral y dispara al elefante, ese animal memorioso que le puede recordar sus orígenes. ¿Andropausia? ¿Calabazas de la Brigitte Bardot en los años 60? ¿Dónde se esconde el germen del enfermizo placer de asesinar a un elefante, sabio y solemne como un Buda africano?
A estas alturas de la película surge la pregunta: ¿es real la familia Real?. Sospecho que estamos siendo víctimas de una broma del gran Berlanga quien, desde el infierno -ese cálido paraíso inverso que acoge a los que somos agradecidos pecadores sin remedio- y en compañía de Rafael Azcona, ha tramado una nueva entrega de su "Escopeta nacional", creando para ello una curiosa familia virtual, esperpéntica, mangante y adulterina: una suerte de familia Addams de segunda, en la época de Internet.
Madurar significa superar etapas: aquel recién nacido que gateaba, hoy es un bípedo varón incorporado (las salidas precarias y nocturnas de los pubs no cuentan); el niño que mataba lagartijas con un tirachinas, es el joven que ayer fotografiaba la inocencia elegante de una gacela. Admoniciones, límites, ejemplaridad familiar, sombras y luces (en definitiva, educación), fueron vehículos que -en la autopista de la vida- los condujeron de la infancia a la madurez, del ser caprichoso y voluble al responsable. Cuando esto es sustituído por reverencias, zalemas peloteriles varias y regalados títulos académicos -en un viaje gratuito sin peaje-, el resultado es un síndrome de Peter Pan majestuoso, expresado en un "no lo volveré a hacer" patético.
En estos días paradójicos, los gobiernos, como Robin Hood,s inversos, esquilman a los necesitados, al tiempo que ponen la alfombra roja a los poderosos; por su parte, la caza precede a la desaparición de la veda (informativa).
En su nueva "Escopeta nacional", Berlanga introduce el personaje de la "mantis religiosa", e incorpora a Chavela Vargas con su canción "MaCorinna" como banda sonora, al tiempo que, confortablemente instalado en su infierno, acaricia el culo de una diablesa.
Vargas Llosa dice en su nueva obra que "en la civilización del espectáculo, el cómico es el rey". Los tiempos, caprichosos y veloces, le contradicen: en la civilización del espectáculo, el Rey es el cómico.

miércoles, 4 de abril de 2012

El otro (yo soy aquél)

Es conocido lo de aquel psicoanalista que trataba a dos hermanos por un caso de doble personalidad y cobraba cuatro facturas. En literatura, tenemos obras como "El doble" de Dovstoievsky o la famosa "El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde" de Stevenson, además de otros acercamientos por parte de gente como Henry James y Giovanni Papini. La rumorología considera la figura del doble -que los hebreos asociaban al contacto con Dios, y los escoceses a la cercanía de la muerte- indispensable a la de los egregios dictadores, como recién nacidos adosados, unión interesada en busca de la inmortalidad, una especie de prevención de riesgos laborales: véase la simpática película "Espérame en el cielo" sobre Franco. Por un lado, la complejidad de la mente; por el otro, la ridícula pretensión del que se quiere providencial.
Algunos ingenuos asistían atónitos al triste espectáculo de Mariano Rajoy haciendo como presidente del Gobierno lo contrario de lo que había prometido en la oposición. Otros rojos malpensados, pertenecientes a la chusma, la canalla, la bazofia, la escoria, opinábamos con "la autoridad que nos otorgaba el fracaso" (Scott Fitzgerald) que gobernar a favor de una plutocracia delincuente, y triturar a los desposeídos, era lo propio de una ideología reaccionaria. Vamos, lo del escorpión: picar está en su naturaleza. Todos estábamos lejos de la verdad: como vemos en la fotografía, existen dos Mariano Rajoy.
¿A cuál de ellos -responsable de la subida de impuestos, la reforma laboral, el saqueo de la sanidad y educación, la amnistía fiscal- se le ha hecho la huelga general?.