jueves, 1 de agosto de 2019


   






LA EDUCACIÓN PÚBLICA


El gran escritor Albert Camus nació en Argel, en el seno de una familia humildísima. Su padre había muerto en la guerra; su madre y su abuela eran analfabetas. Un ángel, en forma de maestro de escuela, le dio clases gratuitas para incorporarlo al liceo, contra la opinión de su abuela, que quería que Albert se pusiese inmediatamente a trabajar. Camus tenía apenas once años; treinta y tres años más tarde recibió el nobel de Literatura. Esta es la conmovedora carta que escribió entonces a su querido maestro:

"Querido señor Germain:Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que yo era, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido. Lo abrazo con todas mis fuerzas"

Cada vez que se recorta en inversión en la Educación pública, cientos de futuros Albert Camus se lanzan por la borda de este barco a la deriva, esta sociedad que tiene en un pedestal al futbolista y menosprecia al maestro de escuela.
Entre tanto, leamos a Camus, gran escritor y
todo un referente moral: eso de lo que hoy en día andamos tan escasos.