miércoles, 29 de febrero de 2012

Carácter, azar, destino


Woody Allen concede más importancia al azar que al talento y lo indica en una película de hace años, "Match point", tal vez su última película "redonda". Lo expresa con la imagen de una pelota de tenis rebotando en la red, y la disyuntiva de que se vaya a uno u otro lado. En la orilla contraria están aquellos que propugnan que el carácter es el destino. "De nada sirve el viento favorable en las velas, para aquellos que no saben a dónde se dirigen", algo así dice un conocido proverbio.
Que el azar y las circunstancias son elementos decisivos, es una certeza evidente si pensamos, sin ir más lejos, en la capacidad de los políticos de turno que nos han caído en desgracia en estos últimos años: gente que no debería sobrepasar el cargo de presidente de la comunidad de vecinos, como ejercicio más exigente dentro de la política. La explicación nos la da el Roto en una de sus lúcidas viñetas: "Y recuerda, hijo, que en el colegio lo importante no es lo que aprendas, sino al lado de quién te sientas".
Vayamos a otra película, "John Q", con el ubicuo Denzel Washington de protagonista. El argumento promete: el trabajador de una fábrica no puede afrontar la operación de corazón de su hijo, al no cubrirla su seguro médico. Lo que podía ser una necesaria crítica al lamentable estado de la sanidad en EE. UU., deriva en un embarullado secuestro, otro más de este actor de incontinencia escénica, con -por supuesto- final feliz. Mensaje de este film manipulador: en esta sociedad tan bien hecha, el que quiere, puede. Todo se arregla con empeño en la sociedad del "self made man", el hombre hecho a sí mismo. Viva el individualismo zafio y hortera; ¿la solidaridad?: por Dios, eso es socialismo, cosa de débiles.
Posiblemente las dos visiones -carácter y azar como esenciales- sean complementarias. Particularmente, mi postura es más cercana a la de quien considera que la vida es un absurdo gobernado por la reina casualidad. Pierdes un autobús, y al coger el siguiente conoces a la mujer de tu vida (sé lo que me digo, yo he perdido algunas mujeres y me he visto obligado a coger el autobús). Que no se puede esquivar el destino es algo patente, desde la mujer de Barcelona que falleció al caerle encima una pretendida suicida, hasta mitos como el de Edipo. Una bella leyenda árabe habla del destino con mucha elegancia:
"Había en Bagdad un mercader que envió a su criado al mercado a comprar provisiones, y al rato el criado regresó pálido y tembloroso y dijo: Señor, cuando estaba en la plaza del mercado una mujer me hizo muecas entre la multitud y cuando me volví pude ver que era la Muerte. Me miró y me hizo un gesto de amenaza; por eso quiero que me prestes tu caballo para irme de la ciudad y escapar a mi sino. Me iré para Samarra y allí la Muerte no me encontrará. El mercader le prestó su caballo y el sirviente montó en él y le clavó las espuelas en los flancos huyendo a todo galope. Después el mercader se fue para la plaza y vio entre la muchedumbre a la Muerte, a quien le preguntó: ¿Por qué amenazaste a mi criado cuando lo viste esta mañana? No fue un gesto de amenaza, le contestó, sino un impulso de sorpresa. Me asombró verlo aquí en Bagdad, porque tengo una cita con él esta noche en Samarra".
Los orientales, contemplativos, más próximos a Virgilio ("lo que haya de suceder, sucederá") que a Shakespeare ("el destino nos da las cartas, pero luego nosotros las jugamos").
P.D. En la imagen, el escritor norteamericano Paul Auster, muchas de cuyas novelas semejan muñecas rusas, historias encadenadas dentro de otras historias.

martes, 28 de febrero de 2012

La última cena



"Se mascaba la tragedia" era una de aquellas frases sentenciosas que Juanín leía en los libros de aventuras del Oeste de Zane Grey, una manoseada metáfora que anticipaba la inminente pelea entre indios y vaqueros. En aquel momento, la pelea era entre Juanín y unas devaluadas lentejas, antiguas conocidas del mediodía, humildes intermediarias entre dos obcecaciones irreconciliables: la del niño y la de su madre. Mientras ésta contemplaba absorta la recién llegada televisión y su padre repartía la mirada entre el periódico y la cena, el abuelo estaba en su mundo. Salió de él para soltar la bomba: "Hoy fui a ver a Carmina". A continuación hubo un silencio que hizo desaparecer las lentejas.

-"No hace dos años que murió mamá, y tu yendo a ver a ésa".

-"A su edad y visitando hospitales para ver a una novia chiflada de antes de la guerra".

-"¡Qué dirá la gente!".

El abuelo se incorporó, solemne, y, dirigiéndoles una mirada en la que la lástima había vencido a la indignación, murmuró: "Haber perdido una guerra para esto".

Desde aquel día cenó solo. Durante toda su vida, Juan odió las lentejas.


jueves, 23 de febrero de 2012

Urdangarín


"Suelen al hombre perder/la soberbia o la codicia" ("Milonga de dos hermanos", Jorge Luis Borges)

En la Odisea de Homero leemos que los dioses envían desgracias a los hombres para que sean cantadas por las generaciones posteriores. A Urdangarín la calamidad le ha llegado en forma de avaricia desmedida (pleonasmo), y, para más agravio, no con el objeto de que sus percances sean glosados por un sensible trovador de siglos venideros, sino para inútil y vacuo entretenimiento de "Sálvamedeluxe".
En la balanza de la estimación popular, el duque pone a su favor el porte atlético y elegante, junto a su pertenencia a la casa real, algo que el populacho suele contemplar con una mirada admirativa. Incluso las artes de tahur en su latrocinio podían ser objeto de cierta complicidad, en un mundo en el que las trapacerías son vistas con cierta comprensión por ser liturgias necesarias para acceder al becerro de oro. Sin embargo, los tiempos aciagos y devastadores que transitamos convierten en imponente cabreo la antigua devoción hacia los oropeles del encausado.

Esperemos que a esta justificada indignación no se le añadan unas gotas de provocativa impunidad, formando con ello un cóctel explosivo que desate la comprensible ira de los humillados y ofendidos.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Lecturas


En casa no había televisión; estaban unos pocos libros y, casi a diario, el periódico. Aprender a leer fue como sacar un billete de viaje, un recorrido que nos transportaba de una realidad gris y, a menudo, sórdida, hacia países maravillosos. Años de Julio Verne, Emilio Salgari y Sandokán, novelas "del oeste", lecturas en las que, en general, buscaba mucho diálogo y huía de descripciones pormenorizadas. Estaba muy lejos aún de saber que la forma y el fondo son indisolubles, que la seducción de un relato radica en "cómo" se cuenta, que la fuerza de una historia está en la elección acertada de las palabras que la forman. Época en la que lo esencial es contraer el "virus" de la lectura. Tragaba libros de la biblioteca pública de forma compulsiva y desorientada, en una especie de bulimia lectora muy lejos de una correcta dieta mediterránea. Tenía unos diez años.
Dos o tres años después llegaron las lecturas de Dumas, Stevenson, Jack London, Miguel Delibes. Éste último ejerció una función de bisagra entre las primeras lecturas y otras de mayor calado. Delibes resultó un autor fundamental: sus historias -con las que un crío tenía fácil identificación-, ambientadas con frecuencia en el mundo rural, solían contar a menudo con niños como protagonistas. Y, además, el "enano-lector" ya tenía que enfrentarse con un lenguaje más elaborado.
Con 16-18 años, llega un vendaval de lecturas heterogéneas: de un lado, la eclosión del llamado "boom latinoamericano", con Cortázar, Rulfo, Carpentier, Lezama Lima, García Márquez, Onetti, Vargas Llosa, Ribeyro...; de otro, todo un arsenal soviético: Pushkin, Dostoievsky, Chéjov, Tolstoi, Gorki, Turguénev..., junto a algunos franceses: Sartre, Camus, Malraux, Stendhal, Flaubert, Proust. Del polvoriento, cálido y racista sur profundo de EE. UU.: Steinbeck, Flannery O,Connor, Caldwell, Carson McCullers, Truman Capote, Cormac McCarthy, William Faulkner...
A partir de ahí, el resto. La lectura supone una ascensión de peldaños; para disfrutar de las vistas que podemos obtener en el tercer piso, hay que pasar por el segundo: a Faulkner, Borges, Shakespeare... no se puede llegar desde "El código Da Vinci".
En la actualidad, metido en años, uno siente que hay demasiadas obras maestras por leer como para recalar en PérezRevertes, Juliasnavarros, Zafones y demás "librosmásvendidos": no hay tiempo para ellos, ni para aquellos que a las cincuenta o sesenta páginas no me hayan enganchado. Desde Melville hasta Márai, de Greene a Banville, la lectura es ese refugio intemporal que cauteriza las heridas de la vida y nos hace un poco como somos.

martes, 14 de febrero de 2012

Biblosonfilm


Algunos libros, canciones y películas para el día de San Valentín (y para cualquier día del año):

LIBROS
"El último encuentro", Sándor Márai.
"Almas grises", Philip Claudel.
"El amor en los tiempos del cólera", Gabriel García Márquez.
"Las cuitas del joven Werther", Goethe.
"Lo bello y lo triste", Yasunari Kawabata.
"Carta de una desconocida", Stefan Zweig
"Madame Bovary", Gustave Flaubert.
"La tregua", Mario Benedetti
"Amares", Eduardo Galeano.
"Anne Karénina", Tolstoi.

CANCIONES
"Quién fuera", Silvio Rodríguez.
"You've got a friend", Carole King.
"Bridge over troubled water", Paul Simon &Art Garfunkel.
"A la orilla de la chimenea", Joaquín Sabina.
"Heart of gold", Neil Young.
"A ese pájaro dorado...", J.M. Serrat.
"Girl", The Beatles.
"Something", The Beatles.
"Sara", Bob Dylan.
"Que tinguem sort", Lluís Llach.
"I say a little prayer", Aretha Franklin.
"Somenone like you", Van Morrison.
PELICULAS
"El apartamento", Billy Wilder.
"El hombre tranquilo", John Ford.
"Luces de la ciudad", Charles Chaplin.
"Un lugar en el mundo", Adolfo Aristarain.
"Casablanca", Michael Curtiz.
"Tierras de penumbra", Richard Attenborough.
"Los puentes de Madison", Clint Eastwood.
"La mujer del cuadro", Fritz Lang.
"El secreto de sus ojos", Juan José Campanella.
"Breve encuentro", David Lean.







lunes, 13 de febrero de 2012

Noche de San Valentín



NOCTURNO

Con ropajes de indiferencia,

sale a la noche.

Recorre horas inútiles,

calles desoladas,

plazas solitarias,

olvidados y lúgubres arrabales.

Entonces la ve. Es la mujer

que entra en el portal,

dejando tras de sí

un dulce perfume

de sábados perdidos.

Y aquel rostro fugaz,

apenas entrevisto

dentro de un taxi

veloz y melancólico.

También la que, indolente,

apura una copa,

cáliz de una liturgia solitaria.

Un reloj lejano lanza tres puñales.

Un gato, solemne,

se escabulle entre las sombras.

Oscuridad y silencio,

fieles compañeros de naufragio.

Ella se fue, hace ya un año.

Sabe que ésta será siempre su hora,

y esta noche el resto de su vida.

viernes, 10 de febrero de 2012

Porno duro


"Lo de mañana va a ser extremadamente agresivo", dice Luis de Guindos a uno que dicen que es el Comisario de Asuntos Económicos (estos cargos suelen escribirlos en mayúsculas, para justificar el desmesurado sueldo). "¡Genial!", le contesta el Comisario. Si piensas que están hablando de una sesión de porno duro, estás en lo cierto. Facilitar el despido (¿más todavía?) es una benéfica labor social, según ese que pusieron los mercados al frente de Italia: "el trabajo fijo es una monotonía insoportable", dijo el tal Monti, ex de Goldman Sachs, aquel banco de inversión que inició el actual apocalipsis. Como nuestro de Guindos era el representante de Lehman Brothers (otra banda análoga) en España, no es de malpensados creer que los zorros están custodiando las gallinas. Y que estamos abocados a echar huevos al asunto o regresar al siglo XIX.
Mario Monti declara que tiene como objetivo cambiar la vida de los italianos. Lo creo firmemente.
Fulminado Garzón, los corruptos de la trama Gurtel brindan con champán; al juez encargado de interrogar a Urdangarín le ponen las banderillas, para que embista manso. Mariano, el recadero de Merkel, anuncia un año 2012 catastrófico, que es como si Tejada -sustituto de Preciado en el Sporting- dijese ya que el equipo va a perder la categoría. Se permite que las empresas, en previsión de malos resultados, despidan trabajadores; supongo que en compensación, un obrero podrá quedar de baja por si le da la gripe. Mientras se hace la ola al despido libre, el expresidente ex socialista Zapatero acepta el cargo de asesor del Consejo de Estado.
La indignación nacional surge, sin embargo, a partir de unos guiñoles franceses. Ya se sabe que los intolerantes son los islamistas, que no admiten las bromas con su Mahoma.
P.D. :¿Estarán pagados los guionistas de los guiñoles franceses por el gobierno español? Todo es posible.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Realismo mágico



En Castellón inauguran un aeropuerto sin aviones, los particulares venden camisetas y hacen rifas para pagar los sueldos de los investigadores, la alcaldesa de Madrid solicita a los ciudadanos que trabajen gratis, los bancos hacen apuestas con la longevidad de los ancianos, el Rey habla de sacrificios, el presidente del gobierno no entiende su letra, los pirómanos ejercen de bomberos...: un Macondo gris, enmierdado con especuladores y primas de riesgo, sin un García Márquez para contárnoslo.