NOCTURNO
Con ropajes de indiferencia,
sale a la noche.
Recorre horas inútiles,
calles desoladas,
plazas solitarias,
olvidados y lúgubres arrabales.
Entonces la ve. Es la mujer
que entra en el portal,
dejando tras de sí
un dulce perfume
de sábados perdidos.
Y aquel rostro fugaz,
apenas entrevisto
dentro de un taxi
veloz y melancólico.
También la que, indolente,
apura una copa,
cáliz de una liturgia solitaria.
Un reloj lejano lanza tres puñales.
Un gato, solemne,
se escabulle entre las sombras.
Oscuridad y silencio,
fieles compañeros de naufragio.
Ella se fue, hace ya un año.
Sabe que ésta será siempre su hora,
y esta noche el resto de su vida.
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