martes, 11 de septiembre de 2012

Persona

Hace poco más de un año, me encontré en las calles de Oviedo con un antiguo amigo y su pareja. Venían de la tintorería, uno de esos locales a los que yo iba de pequeño, creyendo que vendían vino tinto. Habían recogido un traje, y con él les habían regalado un libro. Les dije que los libreros, con la crisis de ventas, deberían de tomar nota, y hacer lo inverso: regalar un traje con la venta de cada libro.
Resulta que mi amigo cumplía años, y fuimos a tomar una botella de sidra a la calle Gascona. En una charla distendida, bañada por ese líquido, néctar de los dioses y elixir de vitalidad perenne, salió el tema de la dichosa crisis. Me acordé de aquel chascarrillo de Ortega en "La rebelión de las masas": un viejo se va a confesar, y el sacerdote le pregunta: "¿Usted sabe los mandamientos?", "Mire, padre, estaba en ello, pero es que oí un runrún de que los iban a quitar...". Los recortes.
Esbozamos unos mandamientos laicos: no aburrir, no molestar, no dar consejos...cada uno propone los suyos. Los recortes, decía. A la entrada de un Alimerka, un letrero avisa ante posibles robos: "Tenemos cámaras de seguridad, vigilante, y un rottweiler que lleva dos días sin comer". Pese a ello, entro. Una señora de abrigo de pieles está en la frutería comprando pera conferencia a cobro revertido.
Les cuento todo esto, cuando vemos entrar a Pepe Viyuela. Actúa en una obra de teatro en el Filarmónica; viene solo, con un libro bajo el brazo. Viyuela es un actor conocido, con la popularidad que dan las series de televisión ("Aída"). Quizá la tele te da fama, y el teatro prestigio. En todo caso, estoy de acuerdo con el gran Jaume Perich: "El cine es la fábrica de sueños, y la televisión de sueño". El libro que está leyendo (soy un fisgón de las lecturas ajenas) es "Las correcciones" de Jonathan Franzen. Compruebo con satisfacción que la gente le permite comer tranquilamente, sin incordiarlo. Cuando al final se va a marchar, entonces algunos le piden autógrafos y sacan fotos con él. Se muestra de una cordialidad encantadora. Escucho a alguien elogiar la humanidad de sus papeles. "Ser buena persona es muy importante. ¡Qué digo muy importante: es lo único importante!", dice Pepe.
Por la tarde, fui al Filarmónica.
P.D. Recomendación de hoy: "Trenes perdidos", del grupo "Los Secretos"
 

 
                                                            

lunes, 10 de septiembre de 2012

La mirada*

En un relato de Eduardo Galeano, un padre lleva a su hijo a conocer el mar, y el niño, abrumado ante tanta inmensidad de agua, exclama: ¡Papa, enséñame a mirar!. Aprender a mirar, para poder ver. De eso se trata. De salir de casa con las gafas interiores bien limpias, la mirada atenta y sin prejuicios, y así encontrar los pequeños tesoros que dormitan en las esquinas, esperando una mirada cómplice que los acaricie. Saber mirar es, claro, una actitud. Algo elemental que  debería enseñarse en las escuelas (bueno, en algunas siempre han enseñado a mirar... por encima del hombro). Con una buena mirada, sabremos  ver lo que nos dice aquel que tenemos al lado, cuando no dice nada. Sabremos encontrar las perlas escondidas en los barrizales, los magisterios agazapados en el dolor, la esperanza renovada en cada nuevo amanecer.
"Lo esencial es invisible a los ojos", leemos en "El principito" (y no se refiere a los vídeos musicales de Leticia Sabater). Vivimos a menudo en un mundo virtual y aparente, mientras por debajo, sentimientos y realidades se baten en retirada ante nuestra gris indiferencia. 

*Para H., cuya mirada verdemar acaricia las playas más desoladas con un manto de ternura.

P.D. Recomendación musical de hoy: "Dust in the wind", del grupo Kansas.