lunes, 10 de septiembre de 2012

La mirada*

En un relato de Eduardo Galeano, un padre lleva a su hijo a conocer el mar, y el niño, abrumado ante tanta inmensidad de agua, exclama: ¡Papa, enséñame a mirar!. Aprender a mirar, para poder ver. De eso se trata. De salir de casa con las gafas interiores bien limpias, la mirada atenta y sin prejuicios, y así encontrar los pequeños tesoros que dormitan en las esquinas, esperando una mirada cómplice que los acaricie. Saber mirar es, claro, una actitud. Algo elemental que  debería enseñarse en las escuelas (bueno, en algunas siempre han enseñado a mirar... por encima del hombro). Con una buena mirada, sabremos  ver lo que nos dice aquel que tenemos al lado, cuando no dice nada. Sabremos encontrar las perlas escondidas en los barrizales, los magisterios agazapados en el dolor, la esperanza renovada en cada nuevo amanecer.
"Lo esencial es invisible a los ojos", leemos en "El principito" (y no se refiere a los vídeos musicales de Leticia Sabater). Vivimos a menudo en un mundo virtual y aparente, mientras por debajo, sentimientos y realidades se baten en retirada ante nuestra gris indiferencia. 

*Para H., cuya mirada verdemar acaricia las playas más desoladas con un manto de ternura.

P.D. Recomendación musical de hoy: "Dust in the wind", del grupo Kansas.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario