martes, 31 de julio de 2012

Termitas


En El País de hoy, leo una noticia que puede servir de inspiración a Mariano Manostijeras, primer ministro de las islas Salomón y sirviente de Ángela. Resulta que en un grupo de termitas de la Guayana francesa, las trabajadoras de más edad se incorporan como apoyo a la casta militar, situándose en la vanguardia y haciéndose explotar cuando el clan se enfrenta a un peligro. Por lo visto, con la explosión lanzan unos microcristales que albergan en su interior, al mismo tiempo que un compuesto químico de alta toxicidad.
¡Quién nos iba a decir que aquellos que se inmolan, muchos de ellos pretendiendo sacar un billete de ida hacia un paraíso de leche y miel (y mujeres...¡demasiao!), tienen en las antiquísimas termitas un claro referente de su origen!. Las viejas termitas, toda una metáfora de los poderes financieros, destruyendo la madera al degradar su celulosa, como bancos de inversión codiciosos destrozando el tejido social mientras envilecen la justicia. La codicia, ese carburante del sistema capitalista que, desparramándose, ha terminado por inundar el motor.
Ante el "problema" de las pensiones (para esta tropa en el gobierno, los derechos son "problemas"), nada mejor que utilizar el ejemplo de las termitas: se coge a la gente jubilada y se la envía a Siria o Afganistán, un viaje posmoderno del Imserso con ribetes de patriotismo.
Y, de comandante, para dar esplendor a la expedición, nada mejor que la Duquesa de Alba.

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