jueves, 12 de julio de 2012

Asco


El primer ministro de las islas Salomón, el técnico en "hilillos de plastilina", el vigilante de la playa del Códice Calixtino, acaba de convertirnos esta semana -tras la resaca patriotera de la Eurocopa- en griegos incultos. Tras unos años de oposición política utilizando el "no" por sistema, mientras veía el Tour y fumaba puros cara al sol, Mariano llegó a la Moncloa (no me refiero a la discoteca) aupado por la ineptitud de ZP y la megaestafa internacional político-financiera (también conocida como crisis), enarbolando un no-programa de calculada ambigüedad, en el que la idea/mantra central era "generar confianza", extraída de la milenaria cultura tibetana. Unos pocos meses han bastado para convertir a Rajoy en el presidente más cínico, mediocre y mentiroso de nuestra endeble democracia. Y eso, teniendo en cuenta a sus antecesores, es demoledor. Y nauseabundo. Dejando a un lado a fanáticos y palmeros entregados, esos ultrasur obscenos que aplauden el anuncio del holocausto social con el entusiasmo con el que los nazis gaseaban a sus víctimas, en la inmensa mayoría de los españoles el asco, el cabreo y la estupefacción ante la caradura de estos sinvergüenzas están llegando a unos límites cercanos al desbordamiento. Sólo el ignorante o el indecente -ambos "adornos" no son incompatibles-  puede negar la evidencia del gigantesco atraco: políticos impresentables, burdos lacayos de los poderes financieros, ejerciendo de brazo armado de un cobarde terrorismo capitalista de cuello blanco, en un concienzudo y rastrero desmantelamiento del Estado de bienestar.
La sistemática contradicción entre las palabras y los hechos, entre lo que  dice el gobierno y lo que  hace, deslegitima a Rajoy y sus ministros para dirigir el país, derrotadas las urnas por la incoherencia y la desvergüenza. Pero que nadie espere de ellos un mínimo gesto de dignidad y de decoro:  ni dimisiones de políticos, ni encarcelamiento de ladrones millonarios, ni convocatoria de elecciones.
La violenta represión policial de reminiscencias franquistas, la sangrante depuración de las escasas voces discordantes en los medios de comunicación, la timorata y anoréxica oposición de caducos políticos lastrados por su pasado, son trabas que no impedirán la justa movilización social.
P.D. Ante tanta obscenidad, busquemos refugio en la honda sensibilidad de Neil Young: "Such a woman".


 

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