martes, 19 de febrero de 2013

Promesas y deberes

"...Bueno, en eso consiste mi deber -contesté-. En no hacer nada, quiero decir. Por eso me votan los electores." ("1.280 almas", Jim Thompson).
El libro de referencia, cuyo autor semeja un híbrido de Erskine Caldwell y Eduardo Mendoza, pone en boca de su protagonista esa frase, que curiosamente define de un plumazo la personalidad, la valía y la catadura moral de Mariano Rajoy, el chico de los recados de Ángela Merkel. Vale, admitamos también que no quedan muy bien parados aquellos que, llevados por el forofismo o por una cogorza alcohólica monumental, votan a cierta gentuza.
"No he cumplido mis promesas, pero he cumplido mi deber", ha dicho el ínclito, cuyas intervenciones han devenido inesperadamente en un remedo caricaturesco de Groucho Marx. Uno, con el ingenuo empleo de la lógica en estos tiempos caóticos, pensaba que el deber de un presidente de gobierno digno de tal nombre, era cumplir sus promesas, es decir aplicar el programa con el que se había presentado a las elecciones, un contrato ante sus votantes.
Habíamos olvidado que, para estos impresentables, la palabra dada tiene el valor de un poema en la cabeza de un chimpancé.

2 comentarios:

  1. No saben o no quieren saber que es una promesa o un deber.Para ellos, como decía el escritor italiano Arturo Grad "La política es demasiado a menudo el arte de traicionar los intereses reales y legítimos, y de crear otros imaginarios e injustos".

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    1. Miguel? Tal vez Miguel Zapatero? Si es así, un abrazo.
      La verdad, cada vez ye más difícil tener sentido del humor con estos sinvergüenzas...
      Pa vomitar y envenenase la sangre.
      P.D. ¡Quién me iba a decir a mí que iba a tener un blog!

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