lunes, 22 de junio de 2015

La nueva religión

Estaba yo merendando un café con suspiros -y con galletas- cuando lo oí: el FMI, Fondo Monetario Internacional  (o tal vez Fábrica Masiva de Indigentes), reclama a España contención salarial, subida del IVA y mayor flexibilidad laboral (de eufemismos, andamos sobrados). ¡Más madera! En la película "Los hermanos Marx en el Oeste", se utiliza la madera de los vagones del tren para alimentar la locomotora. La escena siempre me pareció una mordaz crítica al capitalismo, tal vez involuntaria; o tal vez no: este otro Marx (Groucho)  también era muy listo.
El siglo XXI ha amanecido aportando otra religión más a las ya tradicionales: el Economicismo. A las catedrales, mezquitas, sinagogas...se añade ahora el templo religioso de la posmodernidad: Wall Street (y sucursales). Esta nueva religión, el fundamentalismo económico, promete, como todas, la redención a base de sacrificio; la flagelación, el martirio, como medios de alcanzar un incierto paraíso (el tangible, el fiscal, se lo reservan los popes de este nuevo evangelio). Y su reino, de igual forma, no es de este mundo: las ventajas no se ven por lado alguno.
Tenemos, así, que la antigua Economía, aquella ciencia abstrusa con peligrosa inclinación a considerar a las personas como decimales humanos, se ha transmutado en pura Teología, exigiendo del sufrido feligrés, como siempre, la fe ciega (toma pleonasmo) que en España, naturalmente, desarrollamos en forma de fe "Mariana". Y no olvidemos, con Borges, que la teología es "la perfección de la literatura fantástica".
El discurso/propaganda de la nueva religión global encuentra el campo abonado en todos aquellos sitios en los que las religiones tradicionales han sembrado: halla ahí un humus de culpa, en el que se cotiza el dolor y se estigmatiza el placer, el goce de la vida. El hedonismo, en fin, como temible catecismo pecador que nos arrastra a los infiernos.  La expresión "Por mi grandísima culpa", todo un apogeo masoquista de la culpabilidad, es utilizado por la escuela neoliberal, prolongándolo en  el mantra "vivir por encima de mis posibilidades". Ya en el siglo XVI Étienne de la Boétie habló de ello en su obra "Discurso sobre la servidumbre voluntaria".
Para no salirse del mensaje esperado, se nos dice igualmente que no hay salvación fuera de su doctrina. Pero algunos escépticos, irremediables partidarios de la vida, del ser humano, pensamos todo lo contrario. Algunos radicales incurables somos más partidarios de la mitología griega.
 

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