martes, 23 de octubre de 2012

El rescate

 Estaba en Gijón con una amiga -sí, lo juro- tomando algo en una terraza, cuando se nos acercó un chaval a pedirnos un euro. "Para vino", concretó. Me gustó su atrevida sinceridad, y le comenté aquella anécdota de la película "Ejecución inminente", en la que Clint Eastwood le daba una ayuda - esquivé la palabra "limosna", como el gobierno huye del término "recorte"- a su mendigo favorito, al mismo tiempo que le recomendaba: "No te lo gastes en comida".
Todos conocemos ese lugar común de "yo le daría algo, pero luego se lo gasta en bebida". Siglos de moralina judeo cristiana nos llevan a priorizar las necesidades de aquellos devastados por la vida. La señora del abrigo de pieles, a la salida de misa, entrega sesenta céntimos a un indigente, recomendándole que lo invierta en jamón de Jabugo. "Los vicios no son nada buenos" le  sermonea, mientras se dirige al bingo.
En el fondo, es la misma relación que vemos ahora entre el acreedor alemán y los países deudores: "Toma, y no te lo gastes en educación, sanidad, investigación, dependencia...Ahí  van estos euros, y gástatelos en la banca, cómprame submarinos nucleares...".
Ideologías coincidentes, que son partidarias de rescatar el cuerpo (la banca) mientras desprecian el alma (estado de bienestar).

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