martes, 9 de octubre de 2012

Con la música a otra parte


"Decía lo que pensaba, y hacía lo que decía". Esta frase del escritor Eduardo Galeano, refiriéndose a Ernesto "Che" Guevara, refleja muy bien lo que podemos entender por coherencia, un bien  tan escaso en la actualidad. Precisamente hoy se cumplen cuarenta y cinco años del asesinato del revolucionario argentino, cuya imagen devino en un icono estampado en millones de camisetas, en una involuntaria banalización del mito, acercándolo al estrellato de un cantante de música rock.
Cambiemos de tema, que no tengo el día para dejarme envolver en el manto de la tristeza. Para Antonio Machado, somos animales absurdos que necesitamos lógica. Pienso que quizá sea verdad también lo contrario: somos animales lógicos y previsibles, que necesitamos el absurdo para vivir, y no sólo sobrevivir.
"El mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambió entonces". Quien esto dice es el escritor colombiano García Márquez. La bendita música, ese bálsamo indispensable que nos acaricia cuando la vida duele más. Llego a casa y, tras la cena y la lectura de Indro Montanelli y su "Historia de los griegos", oigo música. El gato se despereza, y se acurruca junto a mí, indolente y cariñoso. Admiro su elegancia, envidio su fortaleza y deploro sus siete vidas, resultándome una carga tan pesada la única de que dispongo. La bendita música, decía. Hay una para cada situación, para cada estado de ánimo. Los Beatles, llenos de frescura y creatividad, son mis dioses particulares. Pero hoy escojo otros músicos: el irlandés Van Morrison, lamiendo heridas con sus aullidos y susurros, y el americano Bruce Springsteen, con esa garganta rockera que parece escarbar en las entrañas del corazón. Los dos me acunan en la batalla perdida con el insomnio.
Incluyo de Van Morrison "Someone like you", y de B. Springsteen "Land of hope and dreams".
 
 

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