lunes, 7 de noviembre de 2011

¡Que se besen!

Esta noche, en todas las televisiones del país, como un renacido Gran Hermano de Orwell, pornografía dura: de un lado, Marianico el Corto, con sus obviedades, sin mojarse a pesar de ser como el agua - incoloro, inodoro, insípido-. Sabe que si hubiesen presentado como candidato a un espantapájaros la victoria sería la misma (de hecho, lo han presentado). Del mismo lado, Alfredo el Sacrificado, inmolándose en una especie de "Crónica de una muerte anunciada" escrita por Javier Marías. Se necesita tener mucha cara dura para haber perdido dos elecciones - sin haber pasado por unas primarias, simplemente puesto por el dedo de Ánsar-, tirarse ocho años sin hacer oposición (con el piloto automático de decir "no" a todo) y no desaparecer del panorama político. En cuanto a Rubal, sus propuestas serían ilusionantes si viniesen impulsadas por una brisa fresca del partido, y no por alguien corresponsable de las políticas neoliberales de Mr. Bean. Alfredo seguramente tiene de asesor de campaña un infiltrado del PP, a modo de caballo de Troya, pues no se entiende que pretenda aires de renovación presentándose en el mitin de Sevilla con Alfonso Guerra y Felipe González de teloneros. No estuve allí - ni pienso contemplar la mascarada televisiva de esta noche, el masoquismo tiene un límite- pero supongo que en Sevilla la frase de inicio sería: "¿cómo están ustedes...?

Ya saben, 18 cámaras, 110 trabajadores, cronómetros de la Federación Española de Baloncesto (seguramente resultado de una brillante idea de Rajoy para combatir el paro: "falta personal"), un árbitro, retransmisión de la llegada de los actores, medio millón de euros, análisis hasta la saciedad de la comunicación no verbal - de la verbal no merece la pena, entre ocurrencias sustituyendo a ideas serias y promesas que se las lleva el viento del Mercado-. A falta de rigor, quedémonos con el color de las corbatas.

No parece mover a escándalo el hecho de que el circo se monte alrededor del bipartidismo, dejando a un lado a otras opciones políticas. A esto se llama democracia y respeto a los ciudadanos. Una gran farsa, con una aberrante e injusta ley electoral y la sumisión más absoluta de la política a los intereses de BCE, FMI, Mercados...


No obstante, otro mundo es posible (como confirma la existencia del logopeda de Rajoy).

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