miércoles, 2 de noviembre de 2011

Palabras



Una amiga -sí, lo juro- me pasa este correo electrónico:
Julio Cortázar escribía: "La coma, esa puerta giratoria del pensamiento"
Lee y analiza la siguiente frase: "Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda".
¿Dónde pondrías la coma? Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra "mujer". Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra "tiene".
Posiblemente sea Julio Cortázar el autor que más me ha hecho disfrutar, con ese sentido lúdico de la escritura que amalgama realidad y fantasía, poniendo lo cotidiano patas arriba. Siendo su novela "Rayuela" una obra de referencia, es en los relatos cortos donde despliega toda su maestría para introducir un completo arsenal de saltos ("mudas", que diría Vargas Llosa) temporales, espaciales, acompañado de una oralidad que da un tinte coloquial a sus escritos, causando la impresión de estar oyendo hablar a un amigo de toda la vida. Esa oralidad buscada le llevó a decir con ironía: "cada vez escribo peor".
Decía Manuel Vicent que admiraba al campesino latinoamericano, su actitud digna y su vocabulario exacto, después de que sus tierras sufrieran el efecto devastador de una catástrofe natural (terremoto, inundaciones, huracán...). Efectivamente, todo parece indicar que el español más rico está en esos países (no me refiero a las visitas de Emilio Botín). No es casualidad que de allá procedan algunos escritores como los argentinos Julio Cortázar, Ernesto Sábato y Jorge Luis Borges, los mexicanos Juan Rulfo, José Emilio Pacheco y Octavio Paz, el colombiano Gabriel García Márquez, los peruanos Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa, el nicaragüense Rubén Darío, el chileno Pablo Neruda, los uruguayos Juan Carlos Onetti y Eduardo Galeano, los cubanos Lezama Lima y Alejo Carpentier... y tantos otros a los que nadie de por aquí (nobeles y noveles incluídos) se puede comparar. Mientras tanto, nuestros medios de comunicación siguen llamando catástrofes "humanitarias" a esas trágedias humanas que tan poco tienen de benéficas.
Vuelvo al principio, como un boomerang, o un palíndromo - palabra o frase que puesta del revés dice lo mismo: "anilina", "dábale arroz a la zorra el abad"-; me refiero a la importancia de la coma: lenguas venenosas dicen que Beethoven dedicó su composición "Para Elisa" a la hija de un amigo, y que esta muchacha tocaba fatal. Así es que el título, en realidad, no era "Para Elisa", como pasó a la posteridad, sino "Para, Elisa". Ya véis, una humilde coma convierte a una preposición en verbo, sin despeinarse.
P.D.: En la imagen, Borges y García Márquez, arriba; Rulfo, Onetti y Galeano, abajo (de izquierda a derecha).

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