jueves, 8 de noviembre de 2012

Estercolero

Hay muchas más posibilidades de encontrar un modelo rico que un rico modelo. De igual manera, abundan los multimillonarios ladrones, pero no así los ladrones multimillonarios (pobres, pero honrados). En definitiva, lo que dijo el gran Jaume Perich: "A partir de cierta cantidad de dinero, la gente honrada puede contarse con los dedos de una oreja". El inmortal Marx (Groucho), lo expresó de otra manera: "La clave del éxito es la honestidad: si puedes fingirla, está hecho".
Quizá este blog, anónimo como un trabajador taiwanés en una fábrica textil, tenga algún lector que recuerde el caso de aquel modélico representante de la "marca España" que tenía lujosos cuadros en la bañera (bueno, al lado: de vez en cuando se bañaba), una colección de 130 zapatos y seis tigres que veían la televisión (estaban enganchados a "Amar en tiempos revueltos"). Fue modélica la defensa que hizo el abogado de este eximio patriota (portaba la bandera nacional en la muñeca y en los calzoncillos): "Mi cliente es un ciudadano ejemplar, y humilde: con decirles que, a pesar de su status, no sólo compra él mismo su periódico, sino que habla con el quiosquero". Admirable: no se puede realizar un strip-tease ideológico y  presentar un sistema de valores -o su ausencia- con menos palabras.
Estas excrecencias con forma humana son lógicas en una sociedad que confunde calidad y cantidad, que identifica tener y ser, que prima la apariencia sobre la esencia. Llega un punto en el que  hay ya quien valora a un escritor por su aspecto físico, en lugar de por su obra literaria. ¡Es lamentable! (si no nos defendemos entre nosotros... me refiero a los feos, naturalmente). Entro el otro día en la farmacia a comprar mis habituales ansiolíticos (¿en qué otro producto pensabas, insidioso lector?), y mi farmacéutica habitual me cuenta que una chica, tosiendo sin parar, le acaba de solicitar un laxante. "¿Y para la tos, no quieres nada?. "No, el laxante ye pa la tos". "Pero si es para el estreñimiento..." "Da igual, anúncialo Justin Bieber, que ta muy bueno".
Un popular deportista unineuronal, con tendencia a la melancolía -y, con más frecuencia, a la estupidez- lo dijo hace poco: "Me envidian porque soy guapo, millonario y juego bien al fútbol". Una vez más, una brillante frase que define a su dueño. Y a sus admiradores. Y a los que le envidian. "Guapo, millonario...": ¿puede haber algo más (y mejor)?. Evidentemente, para los imbéciles, no.
 

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