jueves, 1 de marzo de 2012

Dispersión


Dos amigos, en el andén de una estación cualquiera:
-"¿Qué calor, no?".
-"Sí. ¿Viste el sábado al Barça?".
-"El otro día fui al Fontán y no había un alma: la puñetera crisis".
-"Cerró ´Público´. ¡Qué putada!".
-"Tu mujer, ¿tiene hermanos?".
-"Estoy leyendo a John Banville. Escribe bien".
-"¿Tiene hermanos tu mujer?".
-"Saca Bruce nuevo disco".
-"¿Tienes cuñaos, hostia?".
-"No. ¿Por...?".
-"Porque iba tu mujer en el tren abrazada a un chaval muy majo".
En una recepción de embajadores, un presidente de EE.UU., consciente de no ser escuchado, resolvió decirles al mismo tiempo que les estrechaba la mano: "Acabo de matar a mi madre". Los cuatro primeros embajadores ni se inmutaron. Fue el quinto el que reaccionó diciendo: "Tendría sus motivos".
En estos tiempos megatecnológicos abunda el barullo informativo, el torbellino de datos -tan alejados de la cultura (hija del sosiego reflexivo), de la necesaria digestión de influencias, del calado de la lluvia fina- y la "insoportable levedad" de los diálogos de sordos. Demasiada velocidad para pretender una huella fecunda.
Todo español que se precie, lleva dentro un médico y un entrenador de fútbol. Asumiéndolo, esbozo la teoría de que vienen tiempos de alzheimeres y demencias seniles a barullo. Me refiero con ello a la dispersión que caracteriza nuestro modo de vida occidental; los seguidores del budismo zen saben que la concentración ("hacer lo que estás haciendo") es esencial para que el momento no se desvanezca y sea fructífero. Oimos música al tiempo que estudiamos y pulsamos la tableta - y no de chocolate -; leemos el periódico, vemos la tele y seguimos tres conversaciones simultáneamente, en una época en la que la imagen de alguien concentrado en la lectura en un banco del parque sugiere una excentricidad cercana a la demencia.
No es de extrañar, pues, que a tantos plutócratas despistados se les hayan llenado las alforjas - y las cuentas de Suiza- sin su conocimiento, en estos tiempos difusos.
P.D.: La imagen es de la Biblioteca Nacional de España, que hoy cumple 300 años.

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