martes, 4 de mayo de 2010

En la playa



Desde la carretera, miró la playa: la arena había desaparecido bajo un manto de cuerpos que compartían la tortura de un sol candente y el deseo de ganar un color que el mes de octubre había de llevarse. Bajando las escaleras, atisbó un hueco a mano derecha; una chica mascaba un chicle, enfrascada en la lectura de un libro.


- "¿Puedo...?"


- "¡Claro! ¡La playa no es mía!"


"Miles de personas y me voy a poner al lado de la más borde ", pensó él. Extendiendo la toalla, contempló el paisaje: sombrillas, niños, tumbonas, barrigas cerveceras; unas chicas en top-less centraban la atención de un grupo de jubilados, acodados en la barandilla del paseo.


- "¿Vienes a menudo?" ( nada más decirlo, se arrepintió de usar algo tan trillado).


- "A diario, mientras que pueda leer", contestó ella, sin despegar la vista del libro.



A lo lejos, un velero navegaba perezoso bajo la entrometida mirada de una bandada de gaviotas. Por unos momentos, el muchacho quiso ser gaviota, quiso ser velero, incluso quiso no ser. Un cansancio venido de muy dentro lo desolaba. Pensó en la metáfora social de Eduardo Galeano sobre los patos: vuelan en V, todos tienen su momento de ir delante, todos tienen su momento de ir detrás, todos son importantes.

-"Perdona". La chica había cerrado el libro, dejándolo a un lado.

-"¿Sí?"

-"Discúlpame, estoy pasando una mala racha"

-"No te preocupes, sé lo que es eso"

-"Mis viejos se separaron el mes pasado, y ayer lo dejamos Rafa y yo"

-"Rafa... ¿tu novio?"

-"¡ No, Rafa Nadal! ¡Pues claro que mi novio!"

-"Las relaciones de pareja no son fáciles"

-"Eso mismo me dijo mi madre. Al menos ellos duraron 19 años..."

-"Yo lo tengo más difícil", dijo incorporándose. "¡A veces me dan ganas de tirar la toalla...!" exclamó cogiéndola por una esquina y sonriendo.

-"Pues cualquier chica podría enamorarse de tí"

-"Ya tengo pareja" dijo el chico con timidez. "Me voy; que tengas suerte", indicó.

-"Espera; me llamo Ana, ¿y tú?"

-"Yo, Pablo"

-"¿Y tu pareja?"

-"Se llama Jorge", dijo mientras comenzaba a alejarse.

En tres zancadas, Ana alcanzó a Pablo y le besó : un beso hecho con los restos de un naufragio de dos almas gemelas, solas en un mar de soledades, en la era de Internet.







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