Empujó la puerta con suavidad; como todas las mañanas, la sonrisa franca de Ana le daba los buenos días:
-"¿El Mundo, La Razón, ABC...?"
-"¡Qué ganas tienes de comedia! ¡Anda, dame La Voz de Asturias!"
-"¿Qué tal de prejubilao? ¿No te aburres?"
-"¡Qué va! Teniendo aficiones, imaginación... Por ejemplo, ahora mismo cojo el periódico y me voy a leerlo a un banco del parque"
-"Bueno. ¿Y mañana?"
-"Imaginación: cojo el periódico y lo leo en otro banco distinto".
-"¿Ya recuperaste de la gripe?"
-"Claro. De eso hace ya tres meses. Por cierto, gracias a la "Couldina" que me pasaste".
-"Siempre me pregunto por qué, teniendo al lado de casa un quiosco de prensa, te desplazas tan lejos para comprar el periódico"
-"Recomendación médica"
-"¿Caminar?"
-"No, verte a diario"
-"Eres un caso"
-"Y estoy en el ocaso. ¡Hasta mañana!"
-"¡Hasta mañana!"
Dos horas más tarde, un grupo de jubilados percibió a un hombre tendido en un banco del parque. Cuando se presentó el médico, sólo pudo certificar su fallecimiento. En los bolsillos llevaba, junto a la cartera y el carnet de socio del Sporting de Gijón, un tubo vacío de "Couldina".
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