lunes, 30 de noviembre de 2009

Elogio de la mujer (elogio del horizonte)



La semana pasada hubo un día dedicado a la "violencia de género" (expresión, por cierto, bastante inexacta -quizá sería preferible decir "brutalidad degenerada"- pero no vamos a entrar aquí en delicias lingüísticas con la que está cayendo en este tema). Es evidente que esto de los "días de" no sirve para nada: el "Día sin coche", el "Día sin tabaco", el "Día sin Belén Esteban", etc... En cuanto a las horribles barbaridades que se cometen bajo el racional argumento de "la maté porque era mía", parece ser que la cuestión es lo suficientemente compleja como para no limitar sus causas a orígenes ligados a la nacionalidad, la instrucción ni la edad.
Es cierto que Condolezza Rice, Mercedes Milá o Margaret Thatcher son mujeres (bueno, en alguno de estos casos no estoy muy seguro), pero mi apreciación sobre la mujer en general coincide con la de Albert Camus: "el referente del paraíso en la tierra". Tengo para mí que, a diferencia de nosotros los "ultrasur", cuando el dedo señala a la luna ellas no miran para el dedo, dando prioridad a lo esencial; muchas llevan incorporados rayos láser que nos ven por dentro, mientras que nosotros, ingenuamente, pretendemos venderles una película de ciencia ficción sin argumento pero con defectos especiales. Especialistas en atisbar la escarcha en el corazón que origina la bruma de los ojos, el mal llamado sexo débil lleva siglos demostrando ser el sexo fuerte: dando sin recibir, sosteniendo sin apoyos, "perteneciendo a" más que "compartiendo con", caminando detrás mucho más que al lado, siendo a menudo más necesitadas por los adultos-niño que queridas.
En ocasiones me he sentido un privilegiado al recibir de algunas su amistad y sus "calabazas", mostrándome con lo primero su generosidad y con lo segundo su buen gusto. Para ellas, este quejumbroso poema, a ver si alguna, movida por la lástima, tiene a bien fabricar una particular ong de cariño para este indigente afectivo:





Digo "te tengo cariño":



hipertenso enamorado,


que necesita café y


pide descafeinado,




viejo marino sin mar


ni nave que navegar,


con el viento de costado;




ave que quiere volar


y no puede despegar,


atrapada en su pasado;









un insólito volcán


con la nieve en su desván,


pero por dentro incendiado.


P.D. Espero con inusitada expectación los comentarios a esta entrada. Varones y mujeres mayores de 102 años, abstenerse.

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