viernes, 18 de septiembre de 2009

Pedro Cavadas


Hace unos días se ha realizado en España el primer transplante facial (es el primero en el mundo que incluye mandíbula y lengua). Como suele ocurrir, muchos medios de comunicación dirigieron su mirada hacia el obsceno (obsceno: en el teatro clásico griego, "lo que debe permanecer fuera de escena") ámbito de lo morboso: quiénes eran el paciente, el donante, si éste tenía una amante, si era gay o heterosexual, etc.

Más allá de la admirable gesta científica, lo que me ha interesado fue leer acerca del doctor responsable de la operación, Pedro Cavadas, y su ejemplar evolución vital.

Parece ser que, subido a una cabeza privilegiada, era el prototipo del triunfador moderno: coleccionista de coches de lujo, altísimo ritmo de vida, frivolidades y apariencias, en fin, feria de vanidades.

Un viaje a Kenia , lo que allí se encuentra, junto con el posterior fallecimiento de su hermano en un accidente de tráfico, le otorgaron una verdadera identidad, de forma similar a como él la proporciona a sus pacientes en operaciones que rozan la ciencia-ficción: Pedro Cavadas vende su colección de coches, se vuelca hacia los países más necesitados (ha tenido recuperándose en su casa diez niños africanos con sus familias), adopta dos niñas chinas, en definitiva da un salto cualitativo que seguramente lo ha llevado a encontrarse a sí mismo.

Curiosamente, teniendo en cuenta su profesión, se diría que pierde importancia la "presencia" y la gana la "esencia".

Y si alguno de mis amig@s se pregunta si pienso usar sus servicios, diré que entre logros científicos y milagros hay una clara diferencia.

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