jueves, 3 de enero de 2013

Erotismo desaforado

Mientras meriendo un café con suspiros (y con magdalenas), veo en la televisión asturiana un resumen de las noticias del año. En Mondoñedo (Lugo), detienen a una pareja por hacer el amor en un parque público, al lado del monumento a Queipo de Llano; veo el reportaje escandalizado, como toda persona de bien: ¿qué hace la estatua de un militar golpista en ese lugar de pacífica convivencia ciudadana?. Recuerdo, una vez más, la magistral frase de Francisco Umbral sobre la supuesta ejemplaridad de la Transición: "la Banca se ha comprado una democracia".
A continuación, en unas imágenes acerca del Día de Asturias, asisto abochornado a otra exhibición de erotismo fuera de lugar: el alcalde de Cangas de Onís besa, untuoso y servil, el dedo, el anillo y todo lo que puede al Arzobispo. De nuevo las personales inclinaciones libidinosas llevadas a un espacio que no les corresponde.
Finalmente, como prolongación de tanta pasión descontrolada: en China, un individuo sorprende a su esposa en la cama con su amante; su reacción ha sido subirse a un árbol, del que no piensa bajarse hasta que no le presenten disculpas. Aún no se ha bajado. El hecho sucedió en marzo. Desde entonces vive allí, un trasunto de lo que contaba Italo Calvino en "El barón rampante".
Piensa uno que esta última noticia tal vez pueda devenir en metáfora de la situación de nuestro país. Tal vez la única actitud a adoptar por los sufridos ciudadanos ante la escandalosa y vergonzante infidelidad de este gobierno, que nos está poniendo los cuernos con los plutócratas, la Iglesia y la Banca, en una orgía escandalosa, sea la de subirnos todos a un árbol, y no bajarnos hasta que dimitan.
¿Habrá árboles en cantidad suficiente?.
Para comenzar bien el año, elijo una preciosa canción de amor de Silvio Rodríguez: "Quién fuera".
 
 

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