Los médicos le habían recetado, por pura rutina, grandes dosis de sentido común. Era inútil: un caso perdido, enfermo incurable de amor, que se enchufaba al ordenador con la ansiedad de un comprador compulsivo en época de rebajas.
lunes, 21 de enero de 2013
Enfermedad
Estaba enfermo: una enfermedad crónica. Los médicos le habían suministrado el tratamiento habitual en estos casos, sin resultado alguno. Así que, cinco días a la semana -de lunes a viernes- se enchufaba a la máquina, en busca de la transfusión. Al acercarse a ella, notaba cómo aumentaba la frecuencia de sus latidos (nada importante, la taquicardia habitual); luego, hacía "doble click" y abría el correo electrónico: allí estaban los e-mails de ella, arterias que conducían los glóbulos rojos (las palabras de cariño) a su organismo. De esta forma sobrevivía, ya que vivir en plenitud no estaba a su alcance.
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