viernes, 10 de junio de 2011

Un pájaro, un burro y Mario Conde



Ayer entró un pájaro en el telecentro y el pobre tardó un siglo en poder salir. Tenía una puerta abierta para ello, pero el problema era que volaba demasiado alto y no encontraba su salida.


En Andalucía - creo que en Sevilla- hay un burro llamado Caramelo que va al trote como si fuese un elegante caballo andaluz. Su dueño, tras duros entrenamientos, saca trescientos euros por actuación; el burro, aplausos (¿a qué me recordará esto, en tiempos de megacrisis y "flexibilidad laboral"?.

Hubo una época en la cual los críos pretendían emular a Mario Conde, en vez de querer ser piratas, futbolistas, vampiros o bomberos (aunque tal vez el personaje sea una síntesis de todas esas cosas). Mario también quiso transitar por encima de su línea natural de vuelo, y tardó años en encontrar la salida.

"Llegar a ser quien soy", exponían los filósofos antiguos como plan vital del ser humano. Esto es, que lleguemos a ser en acto lo que somos en potencia, sin traicionar nuestra sustancia, sin desnaturalizarse como el burro andaluz.

Tal vez no sea lo más adecuado: en la actualidad, la copia suele ser más valorada que el original.



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