miércoles, 22 de junio de 2011

Escuchar, oir, hablar

"¿Se me escucha desde el fondo?". "Se te escucha, pero no se te oye". Esta anécdota, comentada por el gran Fernando Lázaro Carreter en uno de sus amenos artículos - reunidos luego bajo el título de "El dardo en la palabra"- hace hincapié sobre la necesidad de expresarse con propiedad, sobre el uso correcto de las palabras. "Todo aquel con capacidad de escuchar, se convierte en médico" según el escritor Henry Miller. Para Oscar Wilde, el estilo era el padre del pensamiento: "cómo" lo decimos, es "qué" decimos.
Perdemos la actitud de escuchar al otro bastante antes de extraviar la audición. Los diálogos, tantas veces monólogos de sordos, suelen carecer de la disposición a la escucha, el talante adecuado para cambiar de opinión, y un acuerdo respecto al significado de las palabras empleadas. De ahí a sustituir el argumento por el volumen de voz empleado, sólo hay un paso. Y ese paso en España mide muy pocos centímetros.
El silencio armonioso entre dos personas es su prueba del algodón. El mutismo, algo muy valorado en lejanas culturas (pongamos, por ejemplo, las orientales), tiene mala prensa en estas latitudes. La charlatanería, el vocerío insustancial - basta presenciar un pseudodebate televisivo- suelen sustituir a la charla distendida, creativa, reflexiva y, sobre todo, respetuosa con el otro.
Paradójicamente, la megatecnología invasora, supuesta alfombra para el paso de la comunicación, ejerce en ocasiones de muro efectivo. Veo a tres personas compartiendo viaje en el tren, y, lejos de buscar paisajes comunes de encuentro, cada uno se sumerge en su teléfono, su ordenador portátil, su audio. Somos, en ocasiones, instrumentos de nuestros propios instrumentos. La charla virtual, aquella que no encuentra como aliada a la comunicación no verbal -que no es la que está exenta de verbos-, nunca podrá suplantar a comer pollo al ajillo con unos buenos amigos. Y si son amigas no te digo nada...
Finalmente, este aforismo exquisito del gran Bernard Shaw (Irlanda con su clima etílico y sus mentes privilegiadas): " Ella había perdido el arte de la conversación, pero no la capacidad de hablar".

P. D. Tras estas divagaciones, tres recomendaciones para mis múltiples seguidores de allende los Pirineos: una peli, "Primera plana", de B. Wilder, corrosiva comedia muy adecuada para estos aciagos tiempos; un libro, "Almas grises", de Philip Claudel, excelente novela que vale por todo un tratado de sociología y psicología; un disco, "Born to run", de Bruce Springsteen, con el gran - en todos los sentidos- Clarence Clemons, recientemente fallecido, al saxo.

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