Desde hace algunos años, los gobiernos de turno están empeñados en desbarajustar nuestros precarios ritmos vitales con el soporte argumental del ahorro de energía: finaliza octubre y nos lanzan a la cabeza el decreto ley que nos transforma en canarios -me refiero a las islas- y a éstos en no sé qué. De momento ya noto a mi alrededor un acento melodioso y musical en alguna de las personas a las que trato (por ejemplo, en el Eroski).
A mí no es que me cueste adaptarme a la llegada oficiosa del invierno en pleno otoño; ya es sabido que el estrés produce ansiedad, hipertensión y otros efectos que no me voy a apresurar a decir, y el sosiego propio de la última estación del año nunca está de más, pero estas imposiciones despiertan en mí la aletargada insumisión ácrata característica de tantos españoles: mucho me temo que esto sea sólo un ensayo con vistas a trastocar la primavera en verano, éste en otoño, el invierno en primavera, y así desubicarnos vitalmente a todos y controlarnos mejor -siempre quieren más-: una vez confundidos, a tragar cualquier historia que nos cuenten (ya lo hacen ahora).
Asoma esa época devastadora llamada Navidad, fomentada por una coalición entre el Corte Inglés y el Vaticano que deja en el campo de batalla corazones asolados por ausencias irreparables y presencias indeseadas, tarjetas de crédito en jirones (¿aún más?) y muchos peces en el río. Un poco contra todo ello, ahí van dos poemas de esos que se entienden, de Vicente Garcia, un chaval de Gijón; el primero parece concebido pensando en gente como yo:
Canción de otoño en primavera
La vida no volverá a ser sombra o paraíso
sino tan sólo un orden
en el que no serás feliz ni desdichado
acorde con los años que te quedan
Como una biblioteca arrinconada
cuyos últimos libros
verás casi por alto
sin esperar ningún deslumbramiento
Aunque tal vez en eso
esté lo que tu buscas,en la paz
de la rutina y de la certidumbre
ajena a la aventura
Serán días monótonos
que vayan preparando
la sorpresa final que los disuelva.
El segundo se lo dedico a una amiga/hermana a la que quiero mucho, sin cuya complicidad la vida sería mucho más chunga, y que cumple años este sábado, día 31. !!Muchas felicidades, A.M.!!
Después de tantos años
Después de tantos años,
La lluvia te ha calado hasta los huesos
Y tú sigues en pie bajo la lluvia
Con la esperanza, al menos
De hallar en las palabras
No tan sólo hermosura, sino ánimo,
Aunque a veces encuentres el desánimo,
Aunque a veces encuentres la tristeza.
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