lunes, 21 de junio de 2010

José Saramago




"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir": así comenzaba su discurso de recepción del Nobel el escritor portugués José Saramago, refiriéndose a su abuelo. De familia humilde, hijo de campesinos, su sencillez y profunda humanidad se nos mostraba como una especie de "anti-Cela"; el reconocimiento de la academia sueca le sirvió de amplificador para sus ideas siempre comprometidas con las causas de los más desfavorecidos.



Entre sus libros están "El Evangelio según Jesucristo", una obra en la que humaniza la figura de Jesús, y que sufrió la censura del gobierno de su propio país, vetándola en un certamen europeo, lo que desencadenó el exilio de Saramago llevándolo a vivir a Lanzarote; "Ensayo sobre la ceguera", "Todos los nombres" y " El hombre duplicado" -una especie de trilogía casual- sobre el problema de identidad en el ser humano, de tintes kafkianos (un escritor, Kafka, por el que el escritor portugués sentía devoción), "Alzado del suelo", crónica de revueltas campesinas en el Alentejo, "La caverna", en la que incide en la despersonalización del individuo con una historia de artesanos y megacentro comercial, " El año de la muerte de Ricardo Reis", sobre el gran escritor portugués Fernando Pessoa, "La balsa de piedra", "El viaje del elefante", "Caín"...



La mayoría de su obra es de lectura laboriosa, en cuanto a la forma y al fondo: los temas buscan la reflexión del lector y suelen resultar inquietantes y perturbadores; en cuanto a la forma, solía huir de la puntuación y de las letras mayúsculas, lo que en ocasiones puede resultar fatigoso. En definitiva, reclama una lectura atenta y creativa, de diálogo autor- lector, que remueve interiores. De profundas convicciones políticas, solía comentar que "si las circunstancias forman al ser humano, consigamos que las circunstancias sean lo más humanas posibles". Suyo es también el comentario: "¡Qué cantidad de pobres tiene que haber para hacer un rico!".



Compañero desde hacía muchos años de la periodista andaluza Pilar del Río, que ejercía la labor de traductora de sus libros, con su fallecimiento no sólo desaparece un gran escritor, sino una persona honesta y coherente, de las que tan necesitados estamos.



Para iniciarse en su lectura, yo recomendaría el libro "Memorial del convento", una preciosa historia de amor: ambientado en la época medieval, con la Inquisición de por medio, nos presenta la construcción de un convento y el protagonismo del ser humano humilde y sus duras condiciones de vida, una constante en la narrativa de este escritor que recibió como penúltimo elogio el vituperio del Vaticano.






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