miércoles, 17 de diciembre de 2014

El dulce sabor de las manzanas verdes


 
Tenía uno en la adolescencia una afición inquebrantable a ir con la pandilla a robar manzanas. Daba igual que en casa hubiera un montón de ellas, muy sabrosas, sobre la mesa, esperando a que les hincáramos el diente. De lo que se trataba era de vivir la aventura, el riesgo de la persecución, con el dueño de la pomarada pisándote los talones, una vara en la mano y toda nuestra familia en la boca. No sé si aún la chavalería practica este deporte; supongo que no. De todas formas..., con la innovación pedagógica que traen los tiempos, me imagino la escena al revés: el paisano escapando, mientras los guajes le llaman de todo (incluso "Pequeñonicolás).
Alguno de vosotros recordará aún aquella anécdota (los protagonistas la elevarían a la categoría de "incidente") en la que el actor británico Hugh Grant fue detenido (en todas sus acepciones) en un parque público de EE.UU., mientras realizaba actos privados con una "trabajadora del amor". Días después, un periodista le hizo una pregunta típicamente norteamericana: "¿Va ahora usted a un psicoterapeuta?" "No, en Inglaterra leemos novelas", replicó el actor.
No es una simple ocurrencia. Carl Jung lo explicaba muy bien: "Cuando un individuo pierde contacto con el universo mítico y su vida se ve así reducida al sólo dominio de los hechos, su salud mental se encuentra en grave peligro". La ficción, como fundamental asidero para, paradójicamente, no perder contacto con la realidad, para no volverse loco.
Y ..¿qué tiene que ver lo de Hugh Grant y su erotismo clandestino con las manzanas infantiles y el agridulce sabor del peligro? Cuando fue detenido, el actor británico era la pareja de Liz Hurley, una manzana más que apetitosa. Pero... ni punto de comparación con la posibilidad de morder la fruta de la transgresión, la manzana prohibida por la decencia pública y el rancio puritanismo norteamericano.
P.D. En la imagen, la sabrosa manzana casera...

1 comentario:

  1. Vaya texto espectacular, bien redactado y escribes cosas tan verdaderas, aunque en este artículo, ya comprendo que yo no tengo cabida, hay mujeres demasiado competitivas, y guapas.. Tienes tantas a tu alrededor, que yo ya dimito, no tengo nada que hacer. Cuidate y sigue escribiendo siempre. Saludos

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