En definitiva, el sentido común, ese impostor, es ese carcelero disfrazado de mayordomo que nos sirve, ceremonioso y convencional, una dieta restrictiva que nos impide devorar la vida.
Lo expresaba muy bien el poeta de Alejandría, K. Kavafis, en su poema "Un viejo", una reivindicación del "Carpe diem":
En el fondo de un
bullicioso café
inclinado sobre la mesa, está sentado un
viejo:
con un periódico delante, sin compañía.
Y en el abandono de su triste vejez
medita cuán poco gozó de los años
en que aún tenía vigor, verbo y belleza.
Sa be que ha envejecido mucho; lo siente, lo ve.
Y, sin embargo, el tiempo en que fue joven le parece ayer.
¡Qué poco tiempo hace, qué poco tiempo!
Ve cómo de él se burló la Sensatez;
y cómo en ella confió siempre -¡qué locura!-
que falaz decía: "Mañana. Tienes mucho tiempo".
Recuerda impulsos que contuvo
y tanto gozo como sacrificó.
Cada ocasión perdida se burla ahora
de su sensatez sin seso....
con un periódico delante, sin compañía.
Y en el abandono de su triste vejez
medita cuán poco gozó de los años
en que aún tenía vigor, verbo y belleza.
Sa be que ha envejecido mucho; lo siente, lo ve.
Y, sin embargo, el tiempo en que fue joven le parece ayer.
¡Qué poco tiempo hace, qué poco tiempo!
Ve cómo de él se burló la Sensatez;
y cómo en ella confió siempre -¡qué locura!-
que falaz decía: "Mañana. Tienes mucho tiempo".
Recuerda impulsos que contuvo
y tanto gozo como sacrificó.
Cada ocasión perdida se burla ahora
de su sensatez sin seso....
Pero de tanto pensar y recordar,
el viejo cae aturdido. Y se duerme apoyado en la mesa del café.
Para insistir en este linchamiento de la pareja de hecho posibilismo/sentido común, añadiré unas bellas palabras de Eduardo Galeano sobre la utopía:
Ella está en el
horizonte.
Me acerco dos
pasos,
ella se aleja dos
pasos.
Camino diez pasos y el
horizonte
se corre diez pasos más para
allá.
Por mucho que camine,
nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la
Utopía?
Para eso sirve: Para
caminar.
*Para Helena, claro.
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